"PRÓXIMO VIERNES SANTO, 30 DE MARZO DEL 2018, ESTACIÓN DE PENITENCIA DE NUESTROS TITULARES"

martes, 24 de marzo de 2009

CUARTO DÍA DE SEPTENARIO. SILENCIO ANTE EL SEPULCRO DE CRISTO


Homilía del cuarto día de Septenario

Ante la inminencia del sábado, hubo que buscar con prisa un sepulcro en las inmediaciones del Calvario. Arimatea dio con él en un pequeño huerto (la Magdalena buscaría allí al hortelano), en la base misma del montículo. Dentro estaba excavado en la roca un sepulcro sin estrenar. El sanedrita se hizo con él de inmediato, probablemente a título provisional (¡y tan provisional!) mientras pasaba el Parascebe, o víspera del sábado, como advierte San Juan Evangelista. Previamente había comprado él una sábana nueva, en tanto que Nicodemo trajo consigo cien libras de una mezcla de mirra y áloe. "Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con aromas, como es costumbre sepultar a los judíos" (Jn 19, 40).
Jesús, en su vida pública, había presagiado esta escena ante la mujer que derramó en sus pies un frasco de alabastro "de puro nardo, de mucho precio". "No la molestéis, dijo, esta mujer se ha anticipado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura" (Mt 12, 40). Y en otro tono, en un momento álgido de su vida pública, les había dicho a los fariseos: "Así como estuvo Jonás en el vientre del monstruo marino tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en las entrañas de la tierra tres días y tres noches" (Mt 12, 40). En este texto, de compleja interpretación en otros aspectos que no son del caso, lo que subraya Jesús con enorme fuerza es su bajada de tres días "a las entrañas de la tierra" ¿No es este un subrayado enorme a su condición humana, a su "hombreidad" como diría Laín? Esto, pienso, encierra tantos mensajes como la llaga del costado.
El sepulcro, en su pétreo mutismo, ¡expresa tantas cosas! En él se depositan tan sólo los despojos mortales de un ser humano. Para muchos el cementerio tiene la palabra definitiva. Eso querían los poderes judíos tras la muerte de Jesús. Por ello consiguieron de Pilato que se sellara el sepulcro y se mantuviera junto a él un turno de guardia durante tres días (cf Mt 27, 62-66). Mirando a la Historia y al presente, acuden a la mente tantos recuerdos cristianos, que van desde la sábana santa hasta el sepulcro material, vacío tras la resurrección, imán de veneración de todas las generaciones cristianas, que evocan un mundo inquietante de cruzados de antaño, la pluralidad de custodios del santísimo lugar, y la connivencia difícil entre cristianos católicos, ortodoxos y reformados. ¿Y qué decir de la situación actual del santo sepulcro y todos los lugares santos, como escenario de una guerra fratricida entre los hijos de Abraham durante casi sesenta años? Cristo sigue enterrado en el sepulcro vacío.

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