"PRÓXIMO VIERNES SANTO, 30 DE MARZO DEL 2018, ESTACIÓN DE PENITENCIA DE NUESTROS TITULARES"

lunes, 30 de marzo de 2009

SEXTO DÍA DEL SEPTENARIO


DIA SEXTO

El misterio de la participación de la Virgen madre dolorosa en la pasión y muerte de su
Hijo es probablemente el acontecimiento evangélico que ha encontrado un eco más amplio y más intenso en la religiosidad popular, en determinados ejercicios de piedad (Via crucis, Via Matris...) y, en proporción con los demás misterios, también en la liturgia cristiana de oriente y de occidente

Pero el dolor de la Virgen en su soledad, aunque encuentra en el misterio de la cruz su primera y última significación, fue captado por la piedad Mariana también en otros acontecimientos de la vida de su Hijo en los que la madre participó personalmente. En general, se suele considerar el dolor de la Virgen en la infancia de Jesús y no sólo en su pasión. La meditación cristiana captó y en cierto modo fue codificando progresivamente a lo largo de los siglos siete sucesos dolorosos, siete episodios bíblicos en los que está atestiguada expresamente intuida por la tradición la participación de María. Se recuerda la subida al templo de José y de María para presentar allí a Jesús a los cuarenta días de su nacimiento, con la relativa profecía del anciano Simeón: "Una espada atravesará tu alma" (/Lc/02/34-35)

La contemplación de la tradición ha querido descubrir en la
subida de Jesús con la cruz al Calvario la experiencia síntesis del camino de fe de la madre y aunque los evangelios no mencionan nada de eso, la piedad tradicional ve también la presencia de María en el encuentro de Cristo con las mujeres (Lc 23,26-27). Como ya se ha dicho, es en el acontecimiento de la crucifixión donde encontramos el significado primero y último de la Dolorosa: "Estaban en pie junto a la cruz de Jesús su madre, María de Cleofás, hermana de su madre, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo que él amaba, dijo a su madre: Mujer, he ahí a tu hijo. Luego dijo al discípulo: He ahí a tu madre " (Jn 19,25-27a). Y una vez más la devoción de los fieles quiso prolongar la participación amorosa de la madre en la muerte redentora del Hijo recordando como en un díptico, la acogida en el regazo de María de Jesús bajado de la cruz (cf Mc 15,42), acontecimiento objeto de atención particular por parte de pintores y escultores, y la entrega al sepulcro del cuerpo exánime de su Hilo (cf Jn 19.40-42a).

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